lunes, 19 de febrero de 2018

CHNA COMPRA BASURA
El mercado mundial del plástico ha dado un vuelco de consecuencias aún imprevisibles. El pasado 1 de enero, China activó la prohibición de importar "basura extranjera", principalmente residuos plásticos que, en muchos casos, constituían el extremo final de la cadena del reciclaje en muchos países occidentales.

El mecanismo es el siguiente: usted deposita una botella en el contenedor adecuado, la empresa de gestión vende ese plástico a recicladores privados que lo transforman en píldoras y vuelven a reiniciar el ciclo, ya sea en España o en China, que venía adquiriendo un 50% de los residuos mundiales de plástico para convertirlos en resina con la que fabricar desde botellas a tuberías.En Europa o Estados Unidos, era la situación ideal, ya que permitía librarse de una enorme cantidad de material y recibir dinero a cambio. Para China también era beneficioso porque su demanda de plástico crecía año tras año. Pero todo tiene un final.

Muchos de los plásticos —por llegar sucios o mal clasificados— requerían de tratamiento extra y por lo tanto eran demasiado caros para el reciclaje, acababan sin embargo en un vertedero. Por ello, en 2013, el país asiático lanzó la operación Valla Verde para mejorar la calidad de la basura que importaba. La primera medida fue restringir la importación de plásticos de baja calidad.Ahora, desde este año, la restricción a la entrada de plásticos y otros residuos como papel o metal es total. Esto tiene dos consecuencias: primera, que todos esos plásticos que China ya no compra se están acumulando en vertederos del resto del mundo. Segunda, que la industria del reciclaje en Europa o Estados Unidos ha recibido un duro golpe al perder ese incentivo chino, mientras que los productores de plástico como materia prima son ahora quienes se frotan las manos.

No es la única medida que Pekín está tomando en este sentido. En el último año, el país se ha posicionado como un nuevo líder mundial en desarrollo verde, impulsando, por ejemplo, el mercado de emisiones más grande del mundo: 3.500 megatoneladas de CO2 frente a las 1.900 del mercado europeo, hasta ahora el mayor.

"China solamente está empezando", decía ayer en Madrid el economista William Nordhaus, galardonado con el premio Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático por la Fundación BBVA. "Pero ya ha demostrado que puede hacer las cosas tan bien como otros países desarrollados y además mucho más rápido, debido al tamaño de su economía y la falta de trabas habituales en países democráticos".